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El otro día estaba en la oficina, revisando con ávida concentración un bloque de doscientas líneas de código mientras los pianos de Ludovico sonaban de fondo y mi Monster ganaba temperatura a medida que el aire a su alrededor la perdía. Este proceso, sobre el que la energía cinética de las moléculas de los componentes del Monster y del aire se igualaba, ocurría cada vez más despacio.
De repente, mi compañera Virginia se giró hacia mí. - ¿Te puedo hacer una pregunta?- Me dijo. -Ya me estás haciendo una -Le contesté. -Bueno... lo que quería preguntarte, es que... ¿tú eres muy ateo, verdad?
Vacilé unos segundos sin apartar la vista de la pantalla mientras salía de mi mundo de concentración y trataba de asimilar la pregunta. Esperaba alguna duda técnica y al encontrarme con aquello dudé entre evitar la pregunta o elaborar la respuesta.
Creo que la visión que ella tiene de mí es la de un ser extremadamente escéptico y muy incrédulo con todo aquello que no puede palpar (no son palabras suyas, es la imagen que creo que doy cuando hablamos).
Ella es budista, y a menudo nuestros debates sobre el nombre de una variable o sobre si kate mola más que netbeans derivan en bromas sobre la resurrección, la inocuidad de las malas acciones o la osciladora notoriedad del efecto del karma. Todo en broma.
Tras por fin despegar la vista del monitor y volverme hacia ella (hasta entonces no lo había hecho) le contesté, que de piel para afuera nunca me aventuraría a defender ninguna idea que no pudiese demostrar; por muy convencido que estuviese, porque aceptaba que cualquier corazón podría sentir cualquier cosa con cualquier intensidad; y que incluso el mío, en el que plenamente confío, podría equivocarse. Sin una demostración, la expansión de cualquier idea es una imposición injusta sobre los demás.
No obstante, todo esto, no significaba nada respecto a lo que yo creyese de piel para adentro. Todo aquello que trato de no expresar.
Pero, ante todo lo pasado en los últimos meses, voy a violar mis reglas. Hoy haré aquí una pequeña excepción. Nada de detalles, sólo algunos paradigmas generales que guían lo que sí pienso dentro.
----------------------- epidermis ------------------------ (hablando conmigo mismo)
En términos generales es bastante exacto hacer una partición ternaria en la humanidad que clasifica a las personas que creen en ideas sin orígenes empíricos. El primer grupo es el más numeroso; se trata de la gente que no entiende el mundo. No tiene apenas nociones sobre qué es ni cómo funciona la realidad en la que están inmersos. Para ellos la mayoría de los sucesos físico/químicos y la tecnología son simplemente... magia. Su posición es comprensible.
El segundo grupo, también numeroso y predominante en occidente, tiene una base en un rango de amplitud variable. Este grupo suele ser bastante escéptico y no cree en nada. Incluso les he visto incapaces de creer cosas que ven y que no llegan a entender. Aceptan que aquello que no entienden pero existe debe tener una explicación, aunque ellos sean incapaces de abarcarla.
El tercer grupo es muy reducido. Incluye a personas con conocimientos muy avanzados sobre el tejido del que está hecha la realidad y el universo que nos incluye. Precisamente, a determinado nivel es cuando las cosas dejan de tener sentido para mostrarse de nuevo como algo cuya configuración es incomprensiblemente casual. Todo parece funcionar de forma anti-intuitiva pero encajando de forma casi milagrosa. Es como estar contemplando los planos de una gran obra. Deliberada.
Hay una frase Richard Feynman que me gusta porque, con la mecánica cuántica sucede algo parecido a lo anterior (aunque restringido a ese ámbito). Grupo 0 que no entiende nada. Grupo 1 que cree que lo entiende todo. Y grupo 2, que no da crédito ante lo que ve al llegar a esbozar una especificación natural de lo que existe.
En este sentido, Feynman dijo: "Si usted piensa que entiende a la mecánica cuántica... entonces usted no entiende la mecánica cuántica".
Renuncia: Como he dicho, no aceptaré réplicas sobre lo sucede de piel para adentro.
Para B3K:
Comparto tu dolor y te mando todo el ánimo del mundo. Sabes que aquí estamos todos contigo. Entre tú y yo; estoy seguro de que volverás a abrazarle y de que sigue contigo ahora.
Normalmente las personas del grupo 1 (el intermedio) se toman la vida como si lo fuese todo (y creo que eso conduce fácilmente al egoísmo, al individualismo, y finalmente a la decepción). El resto, nos la tomamos como si no fuese nada. Un paseo, entre dos capas. |