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Todas las películas antiguas guardan un valor intrínseco, un umbral del que nunca pueden decaer por el simple hecho de ser antiguas. Es inevitable que me abstraiga en algún momento pensado en esos escenarios, lugares, calles y gentes de hace 50 años, y en dónde está o dónde queda todo aquello ahora.
Más profundo es el sentimiento hacia los actores; el galán... la dama... es probable que todos estén muertos, pero casi no puedo creerlo. Es el choque frontal entre lo que el sentido común, el razonamiento, y el pensamiento racional me dicen y lo que siento, una guerra sutil de la que casi no soy consciente, pero que me llena de nostalgia. ¿Por qué hablo de toda esta banalidad?. Hace unos días, en una visita familiar a casa de mi abuela me dio por arrancar un álbum de fotos de su estante. Las fotos parecían estar ordenadas por fechas o épocas en orden descendente (de más recientes a más antiguas). Primero estaba yo de niño, o más bien de bebé, con unos abuelos y padres apreciablemente más jóvenes; sobretodo los padres. Era divertido ver, que más o menos, era todo como podría recordar después. Como supongo que todos hemos visto fotos de cuando éramos bebés, tampoco entraré en detalles. A veces cuesta trabajo creerlo, pero el mundo existía antes de que nosotros estuviésemos en él. A esto le siguieron las fotos de mi padre y de mis tíos desde los 20 años hasta la lactancia. Los parecidos con primos, hermanos y mí mismo son increíbles, podría reconocerme si no tuviera la certeza de que realmente yo nunca estuve ahí. Y poco a poco, mientras las fotos pierden calidad, brillo y color... mientras la vista al pasado se nubla y se vuelve en blanco y negro... llegan las fotos de mis abuelos de jóvenes. Estas impresionan mucho más, porque a mis abuelos, a pesar de conocerlos desde hace 22 años, poco los he visto cambiar. Tanto física, como mentalmente, han sido una constante. Todo empieza a parecer una de esas películas antiguas de las que hablaba antes. Las fotos de Alicante hace 50 años me atraviesan como balas el papel mojado, ¿qué ha sido de los figurantes que paseaban ajenos a la instantánea por el fondo?, no puedo dejar de atormentarme preguntándome por ellos. Y por fin llega la última, la foto que me marcó y me detuvo, me cautivó y me tuvo encadenado largos minutos de absoluta y ciega fijación; fue en la que pude ver a mi abuelo (mi único abuelo fallecido) con 3 años en una foto con su hermano. ¡Era una foto de muy buena calidad!, de esas de estudio que hacen los profesionales cuando haces la comunión o cuando quieres un recuerdo de la familia. Una foto de hace 80 años en la que los vestidos y el peinado, los zapatos y la atmósfera, parecían de otro universo. Por primera vez, todo ese mundo ajeno que pertenecía a la ficción y que nada tenía que ver con mi concepción del mundo actual, se hacía real vinculándose directamente conmigo. Mi abuelo murió hace no mucho (tres o cuatro años, rebosaba vitalidad y energía cuando falleció, nunca le vi desmejorado). En mi familia siempre ha habido mucho contacto, era alguien muy cercano a mí. Sin embargo cuando lo vi en la foto me sentí como un extraño, me di cuenta de que realmente no sabía nada de él antes de sus últimas (y mis primeras) 2 décadas. Le veía de niño en la foto y le reconocía, porque los rostros son una firma de identidad eterna; pero a la vez me sorprendía de que alguna vez hubiera sido infante. Ahí estaba, era de nuevo esa batalla, el sentido racional contra lo que asimilas y sientes. No me costaba trabajo imaginar, pero sí sentir, cómo él había sido un retaco inocente, y luego un joven, y cómo después debía haber crecido y vivido una vida que sólo en su último cuartil... se cruzó con la mía. Me siento irrelevante durante un instante, y luego pienso y me sitúo en su lugar; me doy cuenta de que ese cuarteto es toda mi vida entera. A la vez es poco y es mucho. Y ahora, escribiendo esto me siento como una foto, como una foto que alguien mirará cuando yo ya no esté aquí y entonces quizás la historia se repita. Ahora intuyo cuán pobres son las fotos. Pues... ¿qué es un instante en una imagen para quien no pertenece a ella?: ¿un recuerdo inventado que no es tal?, ¿nostalgia injustificada de quién cabala sobre cómo vivo yo, hoy?. Siento tantas cosas en un momento tan tonto como este... todo es tan rico y maravilloso, desde la música de Norah Jones que golpea mis ya dañados oídos hasta el tacto del teclado, el brillo de la pantalla proyectado sobre la habitación o la mirada de mis peces globos esperando un poco de comida. Todo me invade y siento miles de texturas, y entonces veo que nada es comparable a un momento capturado para quién no pertenece a él. Puedo imaginar a un niño que conocí anciano sintiendo el calor del Sol en una playa de los años 30, disfrutando del olor a fruta en los puestos de las calles o del olor a invierno y amanecer que ocupa todo el aire a las 7 de la mañana; pero nunca tendré la certeza de si lo que pienso e imagino... fué. Y sin esa certeza, no tengo nada más que incertidumbre. (***) Comentario: Soy consciente de la baja calidad del texto, como ya he puesto en el log de NeToN hoy estoy muy cansado... Hacia tiempo que no me ponía a escribir sin tener nada que contar. Escribir por escribir, placer de escribir. Igual que cuando tecleábamos durante horas en la época del IRC, y algún día después quizás pasábamos los textos a alguien, sólo si era de confianza y el texto valía la pena (pocas veces). Aún estando cansado... cuando empiezas no puedes parar. Lo escrito no es nada en especial, un pensamiento de los miles que se tienen a diario. Tampoco es cualquier lector de confianza, ni el texto bueno; sencillamente ahora me da igual. Archivado en: Reflexiones.
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