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Y entonces me quedo pensando en él, y me descubro sacando conclusiones que por extensión aplico a todo el mundo. Me pregunto si ellos habrán pensado lo mismo alguna vez.
Los días siguen pasando y parece que de alguna forma los años nos han robado para siempre nuestros días fáciles. O "naturales" más que fáciles. Soy como el centro de una gran explosión. Miro a los lados para ver que todo, todo lo sensible de ser conceptuado, se aleja de forma radial a mi posición. Nace en mi corazón la onda expansiva que me separa y aísla, y yo permanezco inamovible, en los ejes, perdiéndolo todo y preguntándome qué nos unía antes, qué provoco la huida, y qué haré cuando finalmente pierda el contacto con todo el universo, con todo lo que aún puedo tocar al extender la mano y que más quiero cuanto más pierdo. Pocas cosas quedan y pienso en los vínculos que las han retenido un poco más. ¿Qué me une aún a mis amigos? ¿Qué me une aún al mundo comunitario? ¿Qué a las ideas que un día tuve y de las que me retracté para siempre? En un punto de la reflexión donde la retórica no cabe, supongo la inercia, los secretos, los vestigios residuales de una comunicación muerta que aveces se da en pequeños sitios; en pequeños sitios como este. Y ya no hay nada más. Definitivamente, la verdadera amistad dura lo que dura la simbiosis que os unió. Igual que el verdadero amor dura lo que dura la idealización. Son cosas que sólo pueden ser auténticas cuando eres un niño. O un machongo ingenuo. ¿Y es todo esto suficiente? ¿Sólo decelera el crecimiento del vacío entre nosotros o logrará detenerlo alguna vez? Aventuro que la pregunta más importante es la que responde a todas las demás: en realidad, ¿a quién le importa? ¿a quién le importa nada? Estoy sentando programando una interfaz SOAP para una más de las mil prácticas a las que mi tiempo se adeuda. Recorro el código y al mirarlo desde lejos encuentro mi reflejo en él. ¿Acaso no soy como mi programa? Una entidad lógica entre otras que no ofrece más que una interfaz personal para cada objeto externo con el que quiere comunicarse o interaccionar. Soy un patético intento de hombre SOAP, una especificación pública de comunicación para cada uno, adaptada de la mejor forma que sé; esto es, en base a una heurística que falla tanto, tanto.. que ya vale la pena darse por vencido para siempre. Quizás era ese el problema. Archivado en: Personal, Reflexiones. Entrada 2 de 2
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